Pueden ser la sonrisa de mi hermana cuando tenía solo ocho años, esas cicatrices en mis manos, esa carta que guardo de mi primer amor, es ese escuchar de una canción que me lleva a mi niñez, bueno es que todos poseemos memorias unos más que otros y otros buenos, otros solo quieren olvidar y algunos otros son sometidos a olvidar.

Cuando nos dijeron que llegaron unas cajas viajeras y que no podríamos abrirlas hasta que no fuera el tiempo correcto para hacerlo, desde ahí supe que sería algo muy distinto, algo por lo que valía esperar con paciencia, y no puedo negar que todo esto era una expectativa para mí, cuando iniciamos con los primeros ejercicios sobre nuestra memoria individual, surgieron algunas cosas de las cuales debía hacer que mi memoria recordara algunos hechos que no tenía presente pero que marcaron una parte de mi vida, puede que sea buenos o no tan buenos, pero que de alguna manera dejaron una marca en mí y en algunos cuantos más.

Pero de las cosas más importantes es de la manera en que logré conectar mis ideas, con cada charla dada, el saber que una memoria colectiva no es solo y de la manera en que yo la tengo, si no en cómo cada quien tiene esa memoria, puesto que todos tenemos una perspectiva de todo aquello que ocurre, no son todas planas, no son redondas o cuadradas, si no de la manera en que se vive, puesto que para cada uno se vivió y sintió distinto. Como aquel texto: