Mi memoria es como un gran álbum de fotos donde guardo las imágenes de los recuerdos alegres y tristes e inolvidables que me han sucedido a lo largo de este viaje maravilloso llamado vida.

Este álbum se encontraba bien guardado, ya que pocas veces recurro abrirlo, porque hay cosas que prefiero que estén bien guardadas. Pero hoy me ha llegado una nota de un amigo que me dice que muy pronto recibiré un paquete. El mensaje está lleno de mucho misterio y esto ha despertado en mí una gran curiosidad por saber de qué se trata. Mi mente empieza a imaginar cosas tratando de adivinar qué traerá el paquete que pronto llegará a mi casa.

Son las 4:35 p.m. y mi teléfono, que durante todo el día no había sonado, se pronuncia con una llamada de un número desconocido. Contesto rápidamente para no hacer esperar al oyente del otro lado, que muy amablemente me pedía las indicaciones de mi casa. Él me dijo que se encontraba un poco embolatado y que no encontraba mi casa. Esto se debe a que el lugar donde vivo es un poco complicado de encontrar por los laberintos que engañan a los que tratan de entrar y jugar un rato siendo adivinos y tratando de encontrar la salida.

Después de este corto diálogo con el oyente, salgo al encuentro para facilitar el trabajo del que trae el paquete. Lo saludo estirando mi mano y él muy amablemente me agradeció el gesto de bondad que tuve al salir al encuentro. Me entrega el paquete misterioso que me ha tenido un poco inquieto los últimos días ya que ansiaba saber qué traía.

Al mismo tiempo que me entregaron el paquete me llegó un mensaje al móvil. Era mi amigo que me decía que aún no debía abrir el paquete. Esto hace que mi curiosidad y mis ansias crezcan enormemente.

Después de una larga y angustiosa espera, por fin llegó el mensaje que decía que ya podía abrir el paquete, termino de leer y pongo el móvil en la mesa de noche. Me dirijo a la sala de mi casa donde permanecía en completo reposo el paquete misterioso que atormentaba mi mente, lo miro, y su enorme envoltura me lanza una mirada coqueta y provocadora que me incita a que lo abra.

Pero tanto misterio me hace dudar un poco y me paraliza las ganas de abrirlo. Después de una larga meditación, empiezo a quitar poco a poco las capas de la gruesa envoltura que cubrían la gran sorpresa que descubriría al terminar de quitarlas.

La espera valió la pena porque la sorpresa fue muy hermosa al descubrir los materiales que mi amigo me había enviado. En todos estos materiales había guías, colores, lecturas, tintas y muchas sorpresas que me despertaban unas ganas enormes de poner en práctica mi creatividad e imaginación. Las guías me invitaban a sacar mi álbum de los recuerdos y renovarlos con todos estos materiales. A medida que voy recorriendo las páginas del álbum vinieron a mí los recuerdos que me trasladaron de inmediato al lugar donde sucedieron los acontecimientos, estos quedaron plasmados en todas estas imágenes que reposan en mi mente.