Luis David Ávila

Animador teatral y Gestor de memoria (2021)

Grupo teatral juvenil y comunitario Inspiración Latina Comuna 14 de Cali, Valle del Cauca.

Programa Jóvenes teatro y comunidad – Teatro Esquina Latina

Un extraño paquete

Aquí vamos de nuevo, otro proceso que está a punto de culminar junto a mis hermanos de la Esquina Latina. Este proceso, como todos, tiene sus propios colores y se pinta con su propia técnica, técnica que, por fortuna, estamos invitados a aprender.

Desde mi ingreso al proyecto de Esquina Latina, la memoria ha estado como herramienta de gran importancia, pero, para mí, es la primera vez que recibo un taller de tan específicas explicaciones. La memoria es algo eternamente importante, eso ya lo sé, pero no todos recuerdan de la misma manera, eso lo aprendí con Cristina y los demás “maestros del recuerdo”.

Técnicamente, nuestro viaje empezó con un correo que anunciaba “un paquete misterioso”, una, literal, caja de herramientas que estaría llegando a nosotros en los próximos días. La caja llegó, fue una de las partes más emocionantes, pues es curioso que no pudimos viajar durante más de tres meses y en esta ocasión, esta caja viajaba para con nosotros.

Después de un montón de correos un poco confusos, llegamos a nuestro primer encuentro virtual, allí debíamos mostrar el avance con nuestra caja, contar nuestra experiencia, compartir el inicio de esta bella memoria con el grupo, después de contar nuestras experiencias y poner nuestros recuerdos con la caja en lo colectivo, pasamos a encontrarnos con un montón de tecnicismos acerca de la memoria, bueno, como yo lo vi, era más una explicación de cómo se recolectan las memorias, a lo largo de las sesiones aprendí a cómo recolectar memorias y ponerlas en mi trabajo, trabajo que finalmente es recordar, recordar y contar recuerdos.

Una de las parte más importantes, que aún no he mencionado en ningún encuentro, fue el darme cuenta que varias veces estábamos hablando, de algún modo, el mismo idioma, estábamos hablando de métodos que se me habían presentado con diferente nombre, es decir, estábamos recordando y retomando ejercicios para la memoria histórica, ejercicios que ya hemos realizado, en veces anteriores. Pero el gran descubrimiento estaba en la manera como aplicamos estos ejercicios en nosotros, en nuestros recuerdos, pienso que de esta manera se descubren nuevos caminos para abordar la memoria individual y pintarla en lo colectivo. Algo que me quedó sonando muchísimo fue el hecho de que a pesar de que la memoria colectiva refiere a varios involucrados, no todos recuerdan lo mismo, es como un rompecabezas que se va armando con memorias particulares, memorias que están atravesadas por sensaciones y puntos de vista, De esta manera, no solo nos dan un mapa del acontecimiento, sino un mapa de los puntos de vista particulares, estos puntos de vista son la radiografía de lo que está más allá del hecho, deja de ser algo que pasó y se convierte en algo que se vivió.

Debo decir que de este proceso se ha sacado mucha información vital para trabajar en nuestros procesos teatrales, una información que aún se queda como la punta del iceberg en este tema tan amplio como lo es la memoria. Y digo que es la punta de iceberg porque al finalizar los encuentros, Cristina nos leía un montón de textos que contenían citas de libros, trabajos de campo y bitácoras de personas que han dedicado su vida a contar los recuerdos de las comunidades, estas lecturas eran la profundización del tema, el detalle de los métodos, pero se leían muy rápido, algunas cosas se pasaban por alto y, al leer nuevamente por mi cuenta, los escritos, me encontraba con testimonios y métodos que renombraban los recuerdos de las comunidades.

Uno que me llamo muchísimo la atención fue el trabajo de una chica que contaba la memoria de los pueblos azotados por la violencia a partir de fotos en collage, pues era una manera artística y menos directa de contar la crueldad con estos pueblos. Eso sí, a pesar de ser indirecta la manera de contar, era clara y bastaba con leer los escritos que estaban con cada uno de los collages para entender su trasfondo, para entender el sentido de los colores y las figuras que ordenaba en sus fotografías.

Pienso que es uno de los trabajos que más se acerca a la manera que tenemos de contar en los grupos de teatro, pues a partir de cantos y metáforas, contamos la verdad más cruel, verdad que en ocasiones hace reír y en otras desborda un aire de tristeza en el público. Creo que ahí es cuando, sin saber, nos convertimos en GESTORES DE MEMORIA, aunque es un término que aún me parece ajeno, poco a poco voy entendiendo que ser gestor de memoria conviene en utilizar los recuerdos como herramienta y oportunidad, pues aunque hay muchos recuerdos verdaderos, son más los cuentos mentirosos. Por eso, esta es una oportunidad para contar, para compartir y conocer lo que se vivió en tiempos pasados, incluso de conocer el otro lado de lo que pasó en aquel entonces, la opinión de alguien que vivió un mismo acontecimiento, pero que lo recuerda de manera distinta y con una moraleja, en ocasiones, inexistente.

Creo que ser gestor de memoria es eso, organizar los recuerdos de nuestra comunidad, darles voz a los que poco se han escuchado y que su voz vaya más allá de unas palabras grabadas en un archivo, que llegue a oídos de otros y se junte con sus relatos y así poder contar los recuerdos más antiguos que, por estar guardados durante tanto tiempo, suenan y se ven como nuevos.

A lo largo de los encuentros, no solo fue un aprendizaje técnico, no se quedó en un “copiar y pegar” para nuestro trabajo en comunidad, para mí. Este proceso fue un respiro en un montón de caos que ha arrastrado este peculiar año, pues entre clases y reuniones de zoom, el trabajo con la caja, el decorarla, el que me llegan un montón de utensilios para manualidades, y muchas más cosas, convirtieron este taller en un momento distinto en la semana, pues pocas veces nos hacemos la pregunta de ¿qué recordamos?, ¿qué recuerdos felices y tristes tenemos como importantes? y la más importante ¿cómo podemos aprender de estos recuerdos?. Todo eso creaba en mí una alegría y un respiro en la rutina los miércoles.

Finalmente me quedo con la frase “recordar para no repetir las malas memorias”. Creo que con la culminación de este taller hemos recordado los tesoros del trabajo en comunidad, nuevos tesoros que se guardan en las memorias de los más ancianos y que llegarán a la gente con la actuación de los más jóvenes. Aún falta mucho por aprender de este proceso, pues fue tan efectivo el taller en mí, que se extenderá a lo largo de mi trabajo en comunidad, no sé si estoy errando en alguna de mis explicaciones, pero es que en estas palabras están recogidas mis sensaciones y mis memorias individuales vividas en el taller. No sé si ser gestor de memoria sea tal y como lo describo, no sé si la memoria se trabaje de la manera que pongo aquí, pero me llevo una gran experiencia de estos encuentros, una grata enseñanza de compartir en esta virtualidad que nos tiene tan alejados, solo queda decir gracias, gracias a todos los y las que con cuidado armaron cada una de las cajas viajeras, gracias a los que nos enseñaron y nos ayudaron a recordar, gracias a todos por compartir.

¡Ve!

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