Michelle Melo Torres

Animadora teatral y Gestora de memoria

Grupo teatral juvenil y comunitario Escena Teatro Municipio de Pradera, Valle del Cauca.

Programa Jóvenes teatro y comunidad – Teatro Esquina Latina

A la memoria de quien lo lea

Escribiré esto al estilo de Winston, o al menos eso quisiera, la verdad es que me marcó su lectura, no es muy distinto este 2020 al 1984 que vivió Winston, no creo que sea muy difícil, o eso me digo para animarme a redactar dos páginas a computador, creo que será la primera vez, trataré de no hacer trampa con el tamaño de letra.

Para ser honesta no tenía interés de participar en la formación de los miércoles con el CNMH, me perturbaron todas las sesiones lo que quiere decir que cumplió el objetivo, para generar conciencia hay que perturbarlas. Para ser aún más honesta, no quiero escribir algo donde pongo en evidencia cómo me siento y lo que pienso, y continuando con la honestidad esta frase ya me exhibió y por ahí derecho les digo que (sin saber si alguien o no lo lee, al menos las fabuladoras lo harán o eso espero) para escribir “no tengo pelos en los dedos” y ese es el problema.

“Invitación al acompañamiento”. Fotografía: Isabel Cristina Gil Valencia para el CNMH, 2020.

Me gusta recordar y escribir (pero a mano), siento que desde siempre lo hago constantemente, es como si me gustara vivir en el pasado o tal vez lo heredé de mi madre, ella también lo hace. Me gusta escuchar las historias que cuentan mis tías y mi madre en el andén de mi abuela materna, me gusta cuando hacen memoria de lo que yo hacía cuando era niña y aún más cuando me reencuentro con alguien y nos ponemos a recordar, me gusta hacerlo, me gusta que me cuenten historias, anécdotas, cualquier cosa que sea del pasado y tal vez nunca había sido consciente de este gusto, de hecho, no sabía que lo fuera.

La memoria a veces es lo que quisiéramos vivir, me explico, mi madre es de Guapi, Cauca. He crecido escuchándola decir, no decir, describir cómo es Guapi, lo que es vivir en medio del río, crecer pescando, cantando y bailando todo el día, siempre me he imaginado llegar a Guapi y bañarme en él. Por otro lado, la memoria es una necesidad, quisiéramos construirla, recrearla, buscar las pistas para plasmarla. Si yo le pregunto a mi papá sobre sus orígenes, solo sabrá decirme que sus padres son de Pasto y Samaniego, respuesta que solo me genera preguntas, a Guapi me lo puedo imaginar, pero a Pasto y Samaniego, no.

¿Qué tal que fueran a dibujar por primera vez el mapa de Colombia y la aparición de Pasto y Samaniego dependiera de su descripción?, y si nadie los describe, ¿sabrán de las historias que se vivieron allí?, ¿qué hay de la historia de mis abuelos?, ¿también tienen un rio?, si no es pescado, ¿qué comen allá?, ¿cómo son las novenas en diciembre? Entonces como nadie me lo dice, la recreo, la construyo. Resulta que no van por pescado sino por cui (o eso es lo que parece porque es lo que le traían a mi abuela cuando la visitan de su tierra) no pasan el día en el agua si no en medio del frío de la montaña haciendo empanadas de queso, tomando café, un pan dulce y lo que más me gusta, unas rosquillas polvoreadas de blanco. Mi abuela ya no está y esto nadie lo escribió ni me lo contó, yo lo recreé, lo imaginé, y con sólo eso lo viví, no necesitamos perder las piernas para conocer el dolor que produce la guerra (espero que me entiendan lo que quiero decir).

Creo que escribir es el acto de recordar más que imaginar, lo que está escrito alguien lo vivió, la memoria es eso, las vivencias que se han perdido, aun lo que duele lo queremos recordar porque también es parte de vivir.

Me pidieron que recogiera todos los temas que conversamos durante las sesiones, me dieron hasta la guía para dar cuenta de eso, pero eso limita la memoria que me quedó del taller y la memoria no debe ser moldeada ni manipulada, a veces lo que recordamos es lo que somos. Sin embargo, lo que recordamos no es cómo pasó (no siempre), a veces recuerdo cosas donde me cuestiono si lo viví o no, pero debe haber una razón por la cual está ahí. ¿Aquellos que vivieron la violencia a flor de piel tendrán la misma sensación o tendré suerte de recordar como sino hubiera vivido el dolor? Entonces me pregunto, ¿para qué recordamos?, ¿cuál es la necesidad de abrir la herida? Solo hay una respuesta: para sanar, aunque ya pasó, no ha pasado si el recuerdo aún duele. O sea, hace unos días me quemé una pierna con el exhosto de la moto, dolió, ardió y luego ampolló, no quise estallar la ampolla ¿cómo por qué iba a tocar esa herida?, ¿por qué no sólo dejarla cicatrizar solita?

Porque las heridas no funcionan así. Para que mi pierna sanara tuve que estallarla, lavar la pierna con sulfato de magnesio y remover la piel vieja, solo al hacer eso empezó a cicatrizar, a dejar de arder, a ponerse del mismo color de mi pierna. Los malos recuerdos que pasamos necesitan ser lavados para sanar, necesitan que los buenos recuerdos los visiten de vez en cuando, la memoria necesita ser reescrita con nuevos propósitos, con el fin de perdonar para construir puentes y no muros. No quiere decir que haya que olvidar, no se puede, ahí está, ¿qué hago con ella? REESCRIBIRLA. Tal vez hace algún tiempo no se podía, o no estaba a la disposición de quienes merecen aparecer en la historia, pero ahora sí (sería un pecado no concederles ese deseo), hacer de ella una nueva historia para que sea recordada con otros ojos, con menos lágrimas.

El pueblo repite la historia porque no la escribe, al menos no completa y no pensando en el futuro, como lo hizo Winston. Hay muchas cosas sobre la memoria que no puedo plasmar aquí porque aún no las comprendo, no quiero definirlas, a lo mejor aquí solo deje ideas sueltas y como sea, espero que las comprendan, es la primera vez que escribo un texto de dos páginas que no sea un cuento.

Intenté escribir esto al estilo de Winston pero no pude, supongo que soy mi estilo, he escrito desde muy niña, tal vez fue mi primera conexión con el arte y no me daba cuenta, lo que quiere decir que recuerdo desde siempre. Me gusta escribir las frases que llaman mi atención y decorarlas, me pasé un año del colegio haciendo solo eso, ignoré lo que pasaba en el salón y en mis amigas y sin embargo, puedo recordarlo, porque puedo citar qué escribía durante ese año y de una vuelven los recuerdos, así es la memoria una cosa nos lleva a la otra y así es como se teje, así es como se escribe, yendo y viniendo, del pasado al presente, del presente al futuro, recordando, visionando, escribiendo.

No sé si cumplí con lo que esperaban, si esto se relaciona a lo que pidieron que escribiera, pero esto es parte de la perturbación que me dejaron, esto es lo que les puedo compartir después de todos los encuentros que tuvimos.

Dejo esto en la memoria de quien lo pueda recordar.

¡Ve!

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