Gustavo Adolfo Silva Vélez

Animador teatral y Gestor de memoria

Grupo teatral juvenil y comunitario: Portal Teatral - Municipio de Puerto Tejada, norte del Cauca

Programa Jóvenes, teatro y comunidad – Teatro Esquina Latina

Trabajando por la memoria

En este trasegar por los diferentes recovecos de la memoria pude experimentar gracias a todo lo visto hasta ahora varias sensaciones buenas y malas. Por un lado, desde lo personal me removió momentos que creía olvidados y que marcaron una parte de mi ser. Por otro lado, me puso a reflexionar sobre mi rol como gestor de memoria y de qué manera estoy aportando a la memoria colectiva o comunitaria.

Al principio creía que esta labor se basaba más en recoger hechos, sucesos, situaciones, personajes, etc., propios de la memoria histórica de los lugares donde ejerzo mi rol de animador teatral, pero en este taller en particular me he dado cuenta a través de la experimentación con los ejercicios de memoria: línea de tiempo, mapas de memoria, lecturas sobre el tema, ejercicios de escritura, entre otros, que la memoria se construye también desde lo personal, desde aquellos recuerdos que están archivados en carpetas dentro de un archivador que está ubicado en nuestro cerebro. En estos archivos se encuentran varios momentos vividos, lugares, personas y emociones que muchas veces tendemos a olvidar o que a veces simplemente no queremos recordar. El traerlos nuevamente a la actualidad genera en mí, un montón de emociones encontradas que me agradan y a la vez me desagradan.

Contenido de las cajas viajeras. Fotografía: Isabel Cristina Gil Valencia para el CNMH, 2020.

Es una vuelta al pasado que remueve mi interior, pero sin tener el poder de cambiarlo, pues ya sucedió y no hay forma de ir nuevamente a ese pasado y poder tal vez, solo tal vez cambiarlo. Este ejercicio de recordar desde la vivencia personal es bastante complejo, pero sin duda alguna, muy importante para la vida, para reflexionar el presente, para reaprender o simplemente para no olvidar, para entender que el destino tiene sus propios caminos y nos lleva por ellos como quiere, como le da la gana, como le place. Tomamos decisiones, pero no somos dueños del futuro, no sabemos qué se pueda presentar o en qué momento la vida te da una vuelta y te cambia todo. Un solo acontecimiento que sacas del baúl de los recuerdos puede remover muchas cosas, puede también activar otros recuerdos y puede alegrarte la vida, entristecerte o activar puntos que creías ya superados. No sé si esto sea bueno o malo, pero es profundamente significativo.

Uno de estos recuerdos me hizo pensar en que es una lástima que no exista una máquina del tiempo. Y si existiera, ¿qué haría? ¿Sería capaz de volver allí a esa época, a ese lugar, a ese momento? ¿Sería capaz de volverle a ver y decidir otra cosa? Y si lo hiciera ¿qué pasaría? ¿Cómo sería mi vida ahora? Son tantos pensamientos de lo que podría hacer y lo que podría ser o en donde podría estar. En las películas que hablan de viajes en el tiempo, casi siempre plantean que si cambias algo del pasado influirá de manera contundente en el futuro. Y esta incertidumbre me agobia. Pero debemos ser realistas, las máquinas del tiempo no existen y esto tal vez sea lo mejor, porque quizás podríamos volvernos adictos a viajar en el tiempo y cambiar aquellas cosas que no queremos o de lo que nos arrepentimos.

Entonces debemos vivir con esas frustraciones y aceptar el futuro presente que nos hemos labrado o que nos ha tocado. Es por eso que digo que estos ejercicios de la memoria individual me generan muchos sentimientos encontrados y no resueltos. Pero sin duda, aunque no lo comprenda muy bien, es un paso muy importante para la construcción de la memoria colectiva. Los recuerdos personales están ligados a una red de recuerdos que construyen la memoria colectiva y creo que por eso es importante, antes de trabajar en la memoria histórica de una comunidad o un territorio, reconocer la memoria propia para luego relacionarla con las otras memorias.

Es importante también reconocer, entender y valorar las memorias de los otros, así sean malas o buenas, solo así aportamos a la memoria comunitaria o colectiva. De todas maneras, me siento profundamente agradecido de que en este taller se hayan desempolvado tantos recuerdos e historias que detonan otras y que se van sumando a esa red de recuerdos que construyen la película de la vida en un territorio, en una comunidad y en un país.

Este taller no tenía la pretensión de recoger las memorias para luego plasmarlas o transformarlas en un hecho artístico u obra teatral que hable de algún suceso ocurrido hace tantos años, pero creo que me ha permitido reflexionar acerca de mi rol como gestor de memoria en mi vida, en el espacio que habito o en los territorios donde trabajo.

Sé ahora que esta labor no es fácil y que puede mover las fibras sensibles de cualquier persona que pueda estar involucrada en este proceso, sé ahora que hay que ser cautelosos y sé ahora que es súper importante esta labor porque no podemos dejar que los hechos o acontecimientos se queden guardados donde nadie los pueda encontrar, hay que removerlos para no olvidarlos, para aprender de estos y para mejorar el camino en este trasegar por la vida y sus injusticias.

Gracias por permitirnos conocer más sobre esto, es un paso pequeño pero importantísimo para nuestra labor y para nuestra existencia. ¡Recordar para no olvidar! ¡Nadie se muere si en la memoria está!

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